El lunes 28 de noviembre de 2016, el Club Chapecoense, equipo de fútbol brasileño, abordó un avión con destino a la ciudad de Medellín, Colombia, en busca de un objetivo: coronarse campeón de la Copa Sudamericana. Pero un accidente aéreo truncó su meta profesional y terminó con la vida de 71 personas.
Esta noticia, que sacudió al mundo entero, nos hizo recordar que ninguna empresa está exenta de sufrir una crisis en cualquier momento y por el tema menos esperado. Queda claro que el colapso en la organización no es algo que se pueda prevenir, pero hay que ser capaces de enfrentar la eventualidad.
Tal y como lo está haciendo ahora el club brasileño, pues hace unos días anunció la contratación de Vagner Mancini como entrenador del equipo, quien se encargará de rearmar el equipo después de una crisis y elevar los niveles de competitividad de los integrantes para asegurar su permanencia en la cima deportiva.
La nostalgia y la tristeza pueden estar vigentes, sin embargo, la compañía debe seguir adelante y reconstruir lo que alguna vez fue un equipo consolidado: accionar, comunicar y aceptar la responsabilidad ante la contingencia hará que la travesía sea menos complicada.
No hay duda de que el peor periodo por el que puede atravesar una empresa es el de crisis, ese momento se vuelve doloroso para fundadores, dueños, socios, accionistas e, incluso, trabajadores, quienes experimentan sentimientos de frustración por no tener una solución inmediata, la tristeza generada por la pérdida y el miedo que causa no tener certeza sobre el futuro.
Habrá quien piense que después de la crisis ya nada será como antes, y quizá tenga razón; sin embargo, la empresa tiene la obligación de juntar las piezas del rompecabezas y mostrar su fortaleza para seguir adelante. El mundo tan competitivo en el que vivimos impide detenerse y entrar en pánico. ¿Buscar culpables? De nada sirve cuando la situación rebasa los límites de la compañía; la mejor manera de continuar es encaminar esfuerzos.
La crisis no desaparecerá de la noche a la mañana, lleva tiempo recuperar la estabilidad, pero hay acciones que podemos poner en práctica para que la calma vuelva a formar parte de la organización lo más pronto posible y, entonces sí, entendamos que las crisis también significan aprendizaje positivo y nuevas oportunidades:
Debe quedar claro que nada ni nadie tiene la capacidad de hacer que las condiciones de una empresa cambien de la noche a la mañana. Es normal el enfrentamiento de un duelo. Sin embargo, los integrantes de la organización tienen que mostrar su experiencia y no dejar que una crisis acabe con los años de trabajo. Y aunque el líder sea el responsable de poner en marcha un plan de acción para afrontar y salir de la crisis, la unión del equipo juega un papel fundamental cuando se trata de salir a flote.