En la administración del capital humano hay siete objetivos que deberán estar presentes en el plan de trabajo. No son fáciles, por ello que se plantean como desafíos que, si son superados, harán la diferencia entre una “organización de personas” y una “organización para personas”.
No es suficiente que los departamentos de RR.HH. contraten a los mejores postulantes y profesionales para cada uno de los cargos. Es importante que, una vez que ingresan a nuestra organización, permanezcan en ella felices, satisfechos y orgullosos de formar parte de la misma. Cuidar el talento, ayudar al desarrollo y mantener a cada uno de los trabajadores es incluso más difícil que integrarlos a la misma. ¿Cómo hacerlo? Depende de la cultura de cada organización, motivación e importancia que se le dé al cliente interno.
En un mundo cada vez más globalizado las organizaciones buscan trabajadores que representen diferentes contextos. La estandarización dejó de ser una fortaleza; hoy en día debemos de buscar que nuestros clientes internos muestren la realidad social propia de cada ciudad, país o región. Personas de diferentes razas, sexo, países, capacidades especiales, educación, estrato social, etc. enriquecen la organización abriéndola al mundo. Aprovechar esta característica muestra una capacidad organizacional enfocada en la maleabilidad y adaptación al cambio.
No sirve de nada tapar el sol con un dedo; sabemos que en la mayoría de las organizaciones el departamento de gestión de Recursos Humanos es uno de los menos apreciados. Quizá porque no se relaciona con aumentar los ingresos, ni con cuidar los costos, sino más bien se preocupa de que las personas que hacen todo aquello estén felices, conformes y se sientan apoyados. Lograr que esta área sea relevante en la organización, sea querida, tomada en consideración y que se desarrolle diariamente es un desafío fundamental.
La organización es integrada por todo tipo de personas con estudios, capacidades y experiencias. Pero pocas veces los nuevos integrantes cuentan con los mismos valores personales que los organizacionales. Es labor de la organización lograr contagiar los valores que forman parte de ella para encaminarlos a que se adapten en cada uno de los integrantes de la misma. ¿Cómo hacerlo? Es una gran tarea que se deberá de estudiar y trabajar de manera personalizada.
Sobre todo en Latinoamérica, por nuestra cultura enraizada en el patriarcado, estamos acostumbrados a trabajar con jefes y no con líderes. La dirección en el mundo de hoy debe cambiar su cosmovisión, entendiendo a las organizaciones como entidades con personas que aconsejen, inspiren entusiasmo, se preocupen por las personas, compartan éxitos, trabajen en equipo y repartan el trabajo. Es así que cambiar a jefes por líderes es un rol fundamental de la gestión de RR.HH.
Muchos trabajadores creen que su rol en la organización es cumplir con sus funciones y nada más. Pero, las empresas en la actualidad, buscan personas que estén en constante aprendizaje y desarrollo. La única forma posible para lograr lo anterior es capacitar a sus clientes internos. Hacerlo no es fácil, primero se debe convencer a las jefaturas a autorizar este plan de desarrollo y luego a los trabajadores de participar por su propio beneficio.
Éste debe ser el desafío más difícil del área de desarrollo de personal, puesto que el departamento de RR.HH. debe diferenciarse por ser siempre positivo y entusiasta. Jamás podremos mostrarnos decaídos, de esta manera motivaremos a toda la población trabajadora a evolucionar, superar metas y dar lo mejor de sí. Aun cuando contemos con bajos recursos, contagiar la energía y pasión por el trabajo será el punto de partida para lograr cualquier éxito.